Lidia Maradiaga, fue una mártir santaroseña que vivió y murió por los derechos de los trabajadores,
Nota: Glenin Carrión.
Fueron siete machetazos y golpes que le arrebataron la vida a la líder sindicalista Lidia Maradiaga que fue puesta a la sombra de un árbol de “güiligüiste”, en 1966. Murió por defender los derechos de los trabajadores de una empresa minera (yesera), este fue el principio de la máxima reivindicación de los trabajadores en Nicaragua.
Maradiaga Cáceres, nació en 1940, asegura su hermano Edelberto Cáceres, en el municipio de Santa Rosa del Peñón, ubicado al norte del departamento de León. “Ella se encontraba arriando sus vacas en la huerta. Ismael Urroz (presunto asesino), le pegó siete machetazos en el cuello, estaba embarazada y cayó boca abajo”, relata y asegura el hermano de Lidia, quien indicó que fueron enviados por Luis Raúl Cerna Baca (q.e.p.d), antiguo empresario nicaragüense.
Edelberto, recuerda que antes de su asesinato, le tomó varias fotos, pero “no las saqué porque no supe dónde están ya”. Sindicatos honran su legado Al cumplirse 51 años de su tránsito a la inmortalidad, este 22 de Abril, líderes sindicales y trabajadores de las instituciones del estado, caminaron hasta el cementerio, para colocar ofrendas florales en la tumba de Maradiaga.
Previo a la caminata, se ofició una eucaristía para pedir por el descanso eterno de Lidia Maradiga, en la iglesia católica de Santa Rosa del Peñón. “Gracias a la lucha de esa mártir, aquí estamos los sindicalistas que no olvidamos nuestros principios revolucionarios”, precisó Azucena Miranda, del municipio de Larreynaga, Malpaisillo.
En tanto, Salvador Hernández, de la ciudad de León, destacó la entrega de Lidia Maradiaga, “ quien dio su vida por las reivindicaciones sociales de los trabajadores, es un ejemplo a nivel latinoamericano de lo que significa ser un sindicalista y sobre todo mujer”. Señaló que en estos Nuevos Tiempos, uno se puede dar el lujo de conmemorar a esos héroes y mártires que lucharon por los derechos de los nicaragüenses.
La otra cara de Lidia Una mujer tranquila, humilde, perseverante y sobre todo coraje, ajustan perfectamente en la mártir santaroseña, ratifica su hermano. “Una mujer bien platicadora también, a pesar que nosotros somos del campo, no fuimos criados como campesinos, pero todo el tiempo ella se reía y muy tranquila con la gente”, agrega Edelberto.