Polvo invade León por fuertes vientos
(Con colaboración de Orlando Chávez Esquivel) Fuertes vientos provocan en estos momentos los polvazales que año con año afectan el Occidente.
Los vientos oscilan entre 10 a 25 kilómetros por horas, con rachas de 30 a 50 kilómetros de hora en el país, con dirección del norte al noreste principalmente.
Vientos de 55 a 70 km por hora desde hoy domingo 5 de enero del año 2020.
Alerta se extiende hasta los próximos días . También existe el peligro de arboles caídos, cables de alta tensión que caigan y que estos provoquen incendios forestales.
Tanto León como el resto de Nicaragua deben tener la debida precaución. En las playas el oleaje estará fuerte combinado con los vientos, lo que se convierte en peligro para las embarcaciones. También el oleaje podría afectar pueblos cercanos a la playa.
En años anteriores la ciudad de León fue azotada por intensas tolvaneras durante varios días que provocaron muchos casos de enfermedades respiratorias en niños, jóvenes y adultos.
Las autoridades de salud en León hacen un llamado a la población para que se proteja del polvo y tapen bien los recipientes donde se almacena agua y comida.
Tolvaneras en León han sido una problemática de muchos años
La fertilidad de los suelos de origen volcánico del departamento de León han hecho que sean usados de forma intensiva en la agricultura. Plantaciones de caña y maní dominan el paisaje del agro metropolitano, enfocado primordialmente en conseguir el máximo rendimiento productivo por manzana.
Pero en ese énfasis en conseguir máximo rendimiento, sin importar las consecuencias, León ha sufrido un fenómeno que año con año se presenta cuando los vientos de enero arrecian y arrastran el polvo proveniente de los campos de cultivos circundantes.
Grandes columnas de polvo, remolinos violentos cargados de todo lo que arrastra desde el campo, llegan hasta las zonas urbanas de León. El polvo es fino, diminuto e invade todos los espacios de las casas de los leoneses. Es un riesgo de saludo, una incomodidad permanente y un lamento que jamás fue atendido por las autoridades de Medio Ambiente, de las Alcaldías o del Gobierno Central.
Es un problema que se remonta a la época del algodón. Con la caída del algodón como cultivo principal, el maní y la caña de azúcar tomaron su lugar. La mecánica del suelo siguió siendo igual o más devastadora. La preparación de la tierra deja los campos desprovistos de vegetación y muy pocos productores se preocupan por sembrar cortinas rompevientos que minimicen y contengan la propagación de partículas dañinas para la salud.
También al levantar las cosechas los campos quedan en polvo puro. Incluso, los productores agrícolas, en su afán por obtener la mayor ganancia posible por manzana, utilizan los remanentes como alimento para ganado, convirtiendo en pacas de alimentos lo que quede de la cosecha. Esto deja los campos como si hubiera habido una explosión nuclear, y estos son los campos en los que el viento levanta el polvo que luego llega a la ciudad con mayor facilidad.
Existe una ley, Norma Técnica Obligatoria Nicaragüense de Calidad del Aire (NTON 05 012-02), que regula los límites de partículas que puede haber en el viento generadas por estos cultivos. Sin embargo, esa normativa difícilmente se aplica a los grandes productores, que deberían comprometerse a mejorar los sistemas de cortinas rompevientos, a manejar de manera más adecuada los suelos durante y posterior a la cosecha.